Por ello que la presente historia genere el efecto de la
reflexión necesarios para lograr un gran cambio de nosotros para los demás y no
perdamos a muchas hermosas amistades, muchas relaciones familiares, muchos
buenos trabajos; que tal vez se pierde porque alguien hablo más de la cuenta y
no supo quedarse callado. Es por ello urgente aprender a no hablar u opinar
cuando las emociones te están dominando.
LA TORTUGA Y LOS
GANSOS
- Ven con nosotros, amiga Tortuga, - dijeron un día dos
gansos salvajes a una vieja tortuga que vivía en una charca del Himalaya.
- tenemos una bonita vivienda en una cueva de oro en la
montaña Cittakutta.
- No tengo alas, - contestó la tortuga, - ¿cómo podría
llegar a vuestra casa?
- ¿Puedes mantener la boca cerrada?- preguntaron los gansos.
- Desde luego que si – contestó.
- Sostén este palo pues entre los dientes -dijeron los
gansos- y nosotros tomaremos cada uno de los extremos con nuestros picos y te
levaremos por el aire.
Y se fueron volando por encima de las cumbres de las
montañas, con el mundo entero extendiéndose bajo ellos. Después de algún tiempo
volaron sobre los tejados de Benarés.
- "¡Qué extraño! -exclamaron riendo unos niños que los
veían pasar- unos gansos llevan por el aire una tortuga".
Doña tortuga, oyendo estas palabras,. Se puso muy agitada y
un pequeñito fuego de ira empezó a arder en su corazoncito.
- "¿Qué os importa si me llevan por el aire?" -
gritó. Naturalmente, no pudo hablar sin abrir la boca; sus dientes dejaron de
agarrar el palo, y la pobre doña Tortuga cayó, yendo a parar al patio del
palacio del rey, quien se levantó de su trono y fue al patio con su consejero,
su prudente hombre de la Corte.
- "¡Pobre tortuga!, exclamo el rey, ¿cuál es la causa
de que cayera en este patio y se rompiera su bello caparazón verde? Dime, dijo
a su consejero, ¿de dónde ha caído y por qué?"
Ahora bien, se daba la circunstancia de que el rey tenía la
costumbre de hablar mucho,. Era bondadoso y de buen corazón, pero en su
presencia era difícil que alguien consiguiera decir una sola palabra. Así, el consejero,
que conocía la razón de la caída de la tortuga, pensó: " aquí tengo la
ocasión de darle una lección a nuestro hablador rey".
"Señor, dijo, unas aves llevaban a la tortuga por el
aire sosteniendo un palo con sus picos, al cual ella se agarraba con sus
dientes.- La tortuga oyó a unos niños de la ciudad que se reían de ella. Esto,
sin duda, la irritó y no pudo contenerse de replicarles, con lo cual se desasió
del palo y cayó. Esta es la suerte que les está reservada a los que no pueden
refrenar su lengua.
Estas palabras penetraron en el corazón del rey, que
comprendió que la lección iba dirigida al, y desde aquel día sus palabras
fueron pocas y prudentes: hablaba solo cuando era el momento de hablar, y vivió
feliz por siempre jamás.
Piensa...!!!!!!!!
Por eso amigo (a) no pretendas ser como la tortuga que a
pesar de que pienses que tienes toda la razón de estar enojado (a) no actúes
con ira, piensa antes de actuar, tú sabes que tienes otro maravilloso corazón
al que llamamos cerebro, pues entonces utilízalo para ubicarte y controlarte,
porque como bien sabes la pelea no la gana el que más grita sino por el
contrario el que sabe cómo controlar adecuadamente sus emociones en el momento
que estas lo requieren.
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